Siempre le llamó la atención la confianza que los salesianos depositaban en los jóve-nes. “Veían en ti algún liderazgo que en ese entonces uno no lo descubría del todo, pero te animaban. Nos daban tareas con mucha responsabilidad”. “Las primeras experiencias de colonias y oratorios, ser asesora de comunidad y acom-pañar el proceso completo de los jóvenes junto con los papás reforzaron mi vocación social. Porque esta lógica de responsabili-dades exige ser testimonio. Honrando el ser buenos cristianos y honestos ciudadanos”, expresa. Confiesa que en la actualidad es cuando más le hace sentido la frase de Don Bosco: “No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta que son amados”. “A veces tenemos todos las mismas po-sibilidades, pero hay algo en la historia que cambia tu vida rotundamente. El ser amable es también otra manera de amar, desde la fami-liaridad y respeto al otro”. Su actual trabajo como coordinadora regional de Los Lagos de la Fundación Edu-cere, junto a su experiencia previa en Fun-dación Don Bosco, la han hecho entender lo importante del Sistema Preventivo en la vida de los jóvenes. “Don Bosco se da cuenta de que en las cár-celes ya no hay mucho que hacer, sino que de-bemos ir hacia atrás. Debemos ser actores vivos. No mirar desde la otra vereda, sino empatizar y hacer algo concreto”. Sus deseos para el MJS en sus Bodas de Oro es que no pierda su centralidad en Cris-to. “Es lo que Don Bosco también esperaba de nosotros. Ser testimonio vivo de esta for-mación desde la alegría y respeto. No debe-mos perder nunca de vista la empatía con el otro, no solo en su sufrimiento, sino también en sus alegrías”.