Para garantizar una transición exitosa, resulta crucial que la bienvenida en los colegios se realice con alegría y entusiasmo, transmitiendo un sentido de esperanza para el nuevo año aca-démico. En este contexto, es esencial resaltar la importancia del esfuerzo como un componente necesario para el desarrollo en diversas facetas de la vida. También desde el hogar es pertinente mostrar ideas positi-vas, reconociendo fortalezas diariamente en los estudiantes. Este enfoque contribuye a construir una autoestima sólida, facilitando el desarrollo del autoconocimiento y la aplicación de talentos en el ‘segundo hogar’. Si bien algunos estudiantes pueden estar contentos y tener deseos de ver a sus amigos, lo más probable es que otros, los “nuevos”, estén tensos o preocupados. En estas situaciones es fundamental ser empáticos y brin-darles una escucha activa para que compartan sus sentimientos, junto con motivarlos a buscar compañía con la cual se sientan respaldados en las aulas y durante los recreos. Las emociones son parte central de todo proceso de apren-dizaje, por lo tanto, es esencial que los educadores, padres y apo-derados las movilicen positivamente los primeros días y semanas de clases y las mantengan el resto del año. Mostrar el apoyo Manifestar el cariño y buenas intenciones es fundamental para que los jóvenes se sientan apreciados y en confianza, por ende, es relevante que comiencen el día desde el hogar con frases como “Dios te bendiga”, “será un buen día, campeón”, “te amo incondicio-nalmente”, “este año será mejor”, “que tengas un buen día” o “gra-cias, hijo, por tu presencia en mi vida”. Si detectamos que los niños y jóvenes pueden salir con mie-do, culpas, rabias y enojos debemos ayudar a transformarlas en emociones positivas escuchándolos y empatizando con ellos. Según Daniel Goleman, autor del best seller La Inteligencia Emocional, “las emociones negativas intensas absorben toda la atención del individuo, obstaculizando cualquier intento de aten-der a otra cosa”. Algunos consejos para la vuelta a clases: Es vital enseñar a nuestros hijos y estudiantes a identificar cómo se sienten y dar nombre a esas emociones los primeros días de clases, empatizando siempre con ellos; nunca invalidar-los o cuestionarlos. Recuperar la rutina puede ayudar a reducir la ansiedad. Esta-blecer horarios para dormir o comer entrega un sentido de nor-malidad antes de la entrada a clases. Es esencial que los niños y jóvenes puedan aprender herra-mientas para calmar sus nervios. La respiración profunda, medi-tación y ejercicio son excelentes aliados, por lo que se recomien-da enseñar y dedicar unos minutos al día para practicar juntos. Daniel Goleman sostiene que las emociones son poderosas y dominarlas es parte de la inteligencia emocional: “Todas son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reac-ción automática con los que nos ha dotado la evolución” En conclusión, “la educación emocional no solo beneficia la sa-lud mental de niños y jóvenes, sino que también fortalece vínculos”.