La Pastoral debe levantar la luz de Cristo como un gran cirio encendido en medio de las juventudes y constituirse en espacios de esperanza. Para lograrlo, es importante que sea capaz de ofrecer una visión positiva del futuro y ayudarlos a encontrar su propósito y sentido de la vida. Debe, además, ser capaz de ofrecer un sentido de co-munidad y pertenencia, lo que ayuda a superar la soledad y aislamiento que, a menudo, experimentan en sus vidas. El Papa Francisco exhortó a los jóvenes en Lisboa durante la vigilia: “Cuando vemos algunos amigos nues-tros que están caídos, ¿qué tenemos que hacer? Levan-tarlos; si uno se cae, levantarse; caminar con una meta; entrenarse todos los días en la vida. Nada es gratis. Todo se paga. Solo hay una cosa gratis: el amor de Jesús. (...) Caminemos en esperanza, miremos nuestras raíces y vayamos adelante, sin miedo. No tengan miedo”. En la comunidad juvenil reside la posibilidad de afron-tar la vida sin temor. Es imperativo, por ende, promover espacios de encuentro con Jesucristo, donde los jóvenes internalicen la dimensión pascual de la vida; un constan-te proceso de renacer para alcanzar plenitud. Esta ex-periencia no se limita a lo individual, sino que trasciende a lo colectivo y se orienta hacia una misión de servicio, especialmente de apoyo a los más vulnerables. En el Vía crucis que vivió con los jóvenes en Lisboa, el Papa Francisco comentó: “Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momen-tos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tú miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consola-ción. Él espera empujarnos a abrazar el riesgo de amar”. Necesitamos implementar estrategias efectivas, como la creación de grupos de jóvenes de diversas características, or- 20 | Boletín Salesiano