Editorial 215 Estimados miembros de la Familia Salesiana, amigos de Don Bosco: En 2022 celebraremos el IV Centenario del aniversario de la muerte de San Francisco de Sales. El Rector Mayor, don Ángel Fernández, ha elegido como lema “Todo por amor, nada a la fuerza”. Aquí reconocemos una fuente del espíritu salesiano de Don Bosco, en el que nuestro padre y fundador bebía y se contemplaba en todo momento, en especial cuando se trataba de definir el estilo educativo y evangelizador de la incipiente Congregación Salesiana: «Nos llamaremos Salesianos». Don Bosco quedó profundamente impresionado por la ex-traordinaria figura de este santo. Era para él una auténtica inspiración, sobre todo porque era un verdadero pastor, un maestro de caridad, un incansable trabajador por la salvación de las almas. Siendo joven seminarista, Juan Bosco hizo este propósito antes de su ordenación sacerdotal: «La caridad y la dulzu-ra de San Francisco de Sales me guíen en todo momen-to». Y en las Memorias del Oratorio declara: «[El Oratorio] comenzó a denominarse de San Francisco de Sales […], porque nuestro ministerio exige gran calma y mansedum-bre nos pusimos bajo la protección de este santo, a fin de que obtuviese de Dios la gracia de imitarlo en su extraor-dinaria mansedumbre y en la conquista de las almas». El corazón es el signo más patente de toda su herencia humana y espiritual: un corazón como el de Jesús, atra-vesado por el amor de Dios y el amor al prójimo, a las que debían de corresponderse también los dos tratados que condensan todo su pensamiento y enseñanza. El huma-nismo de Francisco, su deseo y la capacidad de entrar en diálogo con todos, el grandísimo valor que da a la amis-tad, tan importante para el acompañamiento personal en el modo en que lo interpretará Don Bosco..., todo se cons-truye sobre los sólidos cimientos del corazón, así como lo vivió Francisco. La dulzura del corazón humano, antes que de trato hacia el prójimo, aunque tenga un carácter poco agradable, es un reflejo de la misma confianza, siempre abierto a la ac-ción de Dios y siempre destinado a la plenitud de la vida. Dulzura y amorevolezza son planteamientos misioneros, encaminados a facilitar al máximo posible, en cada cir-cunstancia y situación, este encuentro entre gracia y liber-tad de quien está delante de mí. Una hermosa propuesta para el hoy de la Iglesia y, sin duda, de la Familia Salesiana de Don Bosco, crecer en el arte de acompañar en el camino de la fe, especialmente a tantos jóvenes que no conocen a Dios y que, al mismo tiempo, tienen hambre y sed de Él, muchas veces, sin sa-berlo. Es muy «salesiano» sentir y creer verdaderamente que cada persona necesita «un amigo del alma» en quien encontrar consejo, ayuda, guía y amistad. San Francisco de Sales es un testigo ejemplar del hu-manismo cristiano. Con su estilo familiar, recuerda que el hombre lleva inscrita en lo más profundo de su ser la nostalgia de Dios y que sólo en Él encuentra la verdadera alegría y su realización más plena.